Pero más allá de eso, la critica no ha tocado una arista importante del problema. Gran parte de estos desastres naturales y explotaciones mineras y energéticas, cuestionan seriamente nuestra soberanía nacional. Después de 38 años de imposición de un sistema brutal, lejos quedaron los días en que se nacionalizaron parte importante de nuestro recursos naturales. Sin embargo, las distintas fuerzas “progres” se han vestido de verde y salido a la calle reclamando contra un gobierno igual de comprometido con el bolsillo extranjero que ellos, pero sin tocar la venta al mejor postor de nuestros recursos más básicos.
La sola critica al daño ambiental no es suficiente. Si se aprueban estos proyectos es por el marco regulatorio en base a una Constitución que no considera a la democracia como constructora de una nación y que entrega los pilares de nuestra economía a manos privadas y extranjeras.
La conciencia que debemos empezar a formar, es que los daños ambientales y agro ecológicos son irreversibles. Los errores cuestan caros y ponen en jaque la existencia de la misma humanidad. Nosotros tenemos el derecho de hablar y exigir soberanía en todos estos temas. En necesaria una Asamblea Constituyente que cambie de raíz el sistema de explotación de nuestro recursos naturales y su dominio. Que sean los trabajadores y pueblos de Chile quienes decidan donde y como explotar estos recursos y generar energía.
Nuestra tierra pide a gritos ayuda. Nosotros somos la palabra y la fuerza que puede darle una mano y remover del poder político a estos verdaderos ladrones.