Durante estas últimas semanas, hemos visto y sentido cómo el desgaste en las movilizaciones se va haciendo creciente de manera lenta pero progresiva. Vemos también cómo en la última movilización la criminalización de la marcha proveniente del Gobierno posee un fin claro: la desmovilización de los actores sociales para su posterior reducción en una mesa de diálogo. Esto no nos sorprende, lo siguiente tampoco…
Si nos detenemos a analizar la correlación y la dirección de un movimiento social que responde por sí mismo -ni a los dirigentes estudiantiles, ni a los gremios-, es decir, “responde al movimiento”, vemos una dirigencia casi “desesperada” por lograr ocupar el movimiento social para fines propios de partidos institucionales y tradicionales de izquierda, para ocuparlo como medio de presión electoral y de fuerza política partidista, para generar un táctica que permita objetivos internos, para lograr negociar el número de escaños u municipios en las próximas elecciones. Tanto los rectores de las universidades tradicionales (todos concertacionistas), como dirigentes mediáticos y “símbolos” de estas movilizaciones, responden a esta lógica.
Por una parte, no generan condiciones prácticas y tácticas que promuevan un desarrollo real, participativo y ciudadano, propiciando un desgaste que aprovechan para bajarse, negociar y pasar derrota por victoria. Las tomas en el Pedagógico se mantienen con menos de diez personas, los paros en la Usach están agonizando, son contadas con 5 dedos las facultades en la Chile que mantienen actividades de paro o toma (siendo estas mantenidas con una participación más que mediocre), en regiones el desgaste ha sido tanto que la desmoralización y una posterior desmovilización es inminente. Por otra parte, los colectivos y grupos políticos presenten no generan actividades ni pretenden empoderar la conducción para una revitalización del movimiento, no pretenden encarar y oponerse, de manera real y por las bases, a las dirigencias y su falta de voluntad política, nombramos sin temor a las JJCC y al colegio de profesores, porque ellos, adolecen de un error similar; ninguna acción, actividad o voluntad es concebible si ésta no les genera capital político para su propio bien.
Nos acusaran de desmoralizadores, pero por el hecho de que no lo somos es que denunciamos esta situación, donde la concertación y su fuerza auxiliar buscan reducir la avalancha social para solucionar los problemas del pueblo en una mesa donde se habla de neoliberalismo, en una mesa donde, exactamente no está el pueblo presente. Nace con esto la necesidad de un nuevo referente de izquierda revolucionaria, nace la necesidad de un trabajo en conjunto con todos los actores sociales, nace la necesidad de unir una fuerza política que haga frente a los partidos y frentes de masas que pretenden disgregar, desgastar y cercenar las demandas que gritamos los estudiantes, porque esos partidos y frentes de masas, denominados izquierda institucional, hoy maneja el movimiento, los gremios, las cámaras y las discusiones.
Por un nuevo referente de izquierda revolucionaria.
Por una educación digna para todas y todos.
MUI-Universidad de Chile.
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